COMO NACIERON
“LES FERIES”
Desde tiempo
inmemorial, el patrón de Lena es el santo francés San Martín
de Tours. Hasta la primera década del siglo XIX, las fiestas patronales,
se celebraban en honor a este santo.
SAN MARTIN DE
TOURS
Las fiestas resultaban casi siempre deslucidas porque se celebraban en noviembre.
Por eso los lenenses de entonces hacían la fiesta en la solemnidad
del Corpus. Había por esas fechas festejos populares y bailes de sociedad.
Aparte de unos fervorosos autos de fe. Nadie, pues, pensaba en trasladar
la fecha de nuestra fiesta mayor. El Corpus servia para que se olvidase que
casi siempre –las patronales de San Martín – eran a causa del tiempo
un verdadero fracaso.
Pero un suceso acaecido durante la guerra de la independencia, sirvió
para que los lenenses demostrasen que en realidad no estaban conformes con
celebrar los festejos en el ya casi invernizo noviembre.
Corría el año 1.810. Era el día del Corpus. Lena que
estaba sometida a la dominación francesa, se aprestaba a celebrar
tan solemne fiesta. El incidente primero surgió en aquel primaveral
día, cuando los fieles lenenses en señal de protesta, no sacaron
a la procesión al santo patrón San Martín de Tours,
por aquello de ser francés. Pero alertado el comandante militar de
la plaza por algún “afrancesado”, este ordeno a cuatro soldados que
portasen la imagen de San Martín. Al incorporarse estos con el santo
a la procesión, la gente se negó a continuar la marcha por
las calles de la villa. Hubo un rápido cambio de impresiones entre
el comandante de la fuerza y el párroco, y este, por evitar un incidente
exhorto a los fieles a que participasen en el acto de fe. El ruego se cumplió
a duras penas. Y la procesión continuó entre un clima de alta
tensión. Hubo detenciones. Y las gaitas de los vecinos de Brañalamosa,
El Valle, y Piedraceda, asistentes a la procesión, que siempre ponían
un alegre contrapunto a la terminación de los actos religiosos, aquel
año permanecieron mudas.
A la noche siguiente, los salones del Ayuntamiento, regido entonces por “afrancesados”,
iba a abrir sus puertas para el baile de gala del Corpus. Pero al saberse
que como invitados de honor iban a asistir los oficiales franceses destacados
en La Pola y Campomanes, el “todo” Lena se abstuvo de ir.
A la hora de abrirse el baile solo estaban en los salones la oficialidad
y las tres o cuatro familias que había en la villa renegando su condición
de buenos patriotas.
Ante aquel desprecio, monto en cólera el jefe de las fuerzas ocupantes
y dio orden de que formase en la plaza de la iglesia el grueso de sus tropas.
Y empezó la ruin venganza. Dio comienzo la llamada “noche triste de
Lena”. Adornando la antigua plaza mayor había un antiquísimo
castañar. De le fueron ahorcados cinco destacado lenenses, a quienes
sacaron de sus domicilios. Prendieron fuego al ayuntamiento y a la Iglesia.
Quemaron imágenes, respetando solo la de San Martín de Tours,
por aquello de ser francés. La “noche triste” se completó con
el allanamiento de varias moradas, en las cuales cometieron las tropas francesas
toda clase de tropelías.
El castañar fue desde entonces conocido por los lenense con el “Castañar
de las ánimas”, y fue un símbolo durante muchos años
para el pueblo, fue un símbolo hasta que una impopular medida municipal
ordeno talarlo. Aunque creemos que se hubiese podido conjurar la conservación
de tan extraordinario símbolo de amor patrio y la expansión
de la plaza, que en aquella época, finales del siglo XIX, no representaba
problema, ni para la expansión de los lenenses, ni mucho menos para
el trafico o embellecimiento del lugar. Una desdichada resolución
municipal fue la causa de grandes polémicas.
Se arrojo fuera de nuestras fronteras al invasor. Y Lena levantó otra
Iglesia y otro Ayuntamiento. Y creo un ateneo, donde celebrar los tradicionales
bailes y donde en 1.814, antes de dar comienzo una de esas fiestas en la
noche del Corpus, se celebró una velada literaria en honor de aquellos
patriotas asesinados en la “noche triste”.
Y el resentimiento contra el patrono se hizo patente. La devoción
hacia el santo decayó gravemente y se planeó sin reparos por
el pueblo y autoridades la conveniencia de trasladar los festejos patronales.
Y en esto dejó hacer sentir su influencia la tradición dominica
en Lena. Se celebrarían fiestas y ferias en honor de la Virgen del
Rosario, fue el acuerdo unánime. Y surgieron dificultades en cuanto
a la fecha. En aquella época tenia esto gran importancia, por aquello
de las ferias de ganado. Cabañaquinta y Riosa, celebraban sus fiestas
en honor también de la Virgen del Rosario. En las deliberaciones se
llegó a la conclusión de que no podían coincidir
con las de Cabañaquinta y se dejo bien sentado, que las fiestas comenzarían
siempre el segundo viernes de octubre. Había una razón: Cabañaquinta
celebra su fiesta el primer viernes, Lena comenzaría los festejos
al viernes siguiente, y el sábado seria la feria.
La festividad de San Martín de Tours dejo de ser fiesta local, y hoy
es una fecha que pasa completamente desapercibida por los lenenses.
Luego hubo otro intento por trasladar las fiestas mayores al verano, a cualquier
fecha en que el tiempo fuera más estable. Menos otoñal. Pero
no prospero nunca el intento. Poco a poco la devoción a la Virgen
del Rosario fue anidando en los lenenses, y hoy pensar en un nuevo traslado
es algo irrealizable.
VIRGEN DEL ROSARIO
Y alcanzaron fama nuestras “ferias”, que llegaron a su cenit en los años
que van de 1.894 a 1.898. eran los años de las obras del Pajares.
Cuatro mil hombres buscaban El Dorado en el tendido del ferrocarril, a través
del puerto payariego. Buenos jornales y hombres de todas las latitudes cuya
principal virtud en ellos no era precisamente el ahorro. Ferias, aquellas
que marcaron una época. Había en La Pola tres cafés
cantantes. El sábado y el domingo el rió de gente desbordaba
la capacidad del albergue de la villa. Durante todo el sábado y domingo,
a la noche, había trenes extraordinarios entre La Pola y Fierros para
trasladar a los de “encarrilá”, que iban y venían a las ferias.
En 1.897 se discutió la conveniencia de suspender los festejos para
evita aquella invasión, pero no se tomó tal medida. Además
casi todos los sábados del año, sobretodo los que coincidían
con paga, La Pola sabia de aquella invasión, no siempre pacifica,
por los obreros del ferrocarril.
Y así fue contado a grandes rasgos como nacieron “Les feries”. Nuestras
“Feries”.
Revista “Lena”, Septiembre de 1.966